jueves, 13 de septiembre de 2007

UVAS Y AGRACES

Dios se queja por boca de Isaías, al hablar de su viña predilecta (el pueblo de Israel), de haber plantado en su viña ricas uvas, pero que sólo le ha producido indigestos agraces. ¿Se está repitiendo esta triste historia con el nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia? En un principio, no. Él, por medio de su Hijo, plantó puras cepas y así las recibió la Iglesia naciente, para que continuara el sembradío de las mismas cepas a lo largo de los siglos; y en un primer momento se recogieron ricas y abundantes uvas que se impusieron por su valor en el supermercado del mundo grecorromano. Pero, una vez dueña del mercado y sin competencia, dio entrada a los sucedáneos que fueron sustituyendo a la auténtica uva, hasta dejarla reducida a pequeños espacios de comercios familiares.
Así llevamos siglos. La viña del Señor produce abundantes agraces y escasas uvas que apenas afloran esporádicamente en el mercado internacional.
Y se ha producido una transmutación en el gusto de los humanos: Ya les gusta más el agraz que la uva. Y tan es así que la demanda, cada vez más impositiva y exigente, sobre los cultivadores es exclusivamente de agraz, pues el simple perfume de la uva auténtica les provoca náuseas.
Los cultivadores más conscientes están incómodos ante esta situación, constreñidos por el encargo apremiante del Amo de las viñas. Pero buscan y rebuscan entre sus semilleros y ya sólo encuentran agraces; se han quedado sin la uva original. Y, cuando hallan un manojo de ésta, ya ni recuerdan cómo se siembra. En gran parte, porque ellos mismos han perdido el gusto por su sabor y la propaganda comercial que intentan hacer aparece desnuda de convicción personal. Y además los posibles compradores observan que estos cultivadores, en su menú personal, solo incluyen los agraces.
Hay alarma entre los cultivadores en todas sus escalas. Y se organizan asambleas internacionales, nacionales, comarcales, locales...y se habla y se discute y se presentan proyectos y se engendran programas y se publican numerosos rollos eruditos analizando ‘ab ovo’ el problema, explicando todo la historia de la uva desde Noé para acá y se cantan todas sus virtudes y se explican todas sus aplicaciones y se detallan todas sus formas de cultivo y se analizan todas las especies de uva existentes en la naturaleza y se hace llegar a todos los cultivadores subalternos amplios tomos recogiendo todos estos estudios y todas las formas de cultivo y se ordena con urgencia pasar a la práctica...Pero cuando acaba todo este hercúleo esfuerzo de los máximos representantes de las multinacionales de la uva y sus eximios técnicos, se descubre que la semilla que te hacen llegar es la semilla de siempre, la del agraz.
¿Qué hará el Amo de la viña? Da pavor pensarlo. Pues ya dijo una vez lo que se vio obligado a hacer, con la viña de Israel.
MATÍAS CASTAÑO