viernes, 31 de agosto de 2007

VALORES Y PROGRAMAS

Recientemente afirmaba que si no asumimos los valores evangélicos, tengamos fe o no en Jesucristo, no hay posibilidad de resolver los problemas del hombre y de la humanidad. El evangelio nos ofrece los únicos valores (criterios de vida, fines y objetivos, actitudes vitales, motivaciones profundas…) que hacen posible tan grandiosa aventura.
Pero una cosa son los valores y otra los programas de acción (políticos, económicos, sociales…). Aquellos nos los regaló ‘el Enviado de Dios’; éstos los tiene que descubrir y organizar y programar el hombre. Ni el Evangelio ni el Cristianismo ni la Iglesia poseen estos programas. Los fundamentalismos religiosos pecan por su empeño en sacarlo todo de los Libros Sagrados; la misma Iglesia erró gravemente, cuando en algún momento de la historia cedió a esta pretensión; esperamos que haya aprendido la lección para bien propio y de la humanidad. Si tomamos como alegoría la narración bíblica de la creación del hombre, son los hombres los que tiene que fabricar la estatua inerte de barro y el evangelio el que ha de infundirle el soplo de vida. Los hombres tendrán que crear los grandes y pequeños proyectos. Los hombres concibieron la ideología de la Revolución Francesa y la doctrina liberal capitalista y el marxismo…Estaban en su derecho. Pero cuántos crímenes han costado y cuánto tiempo perdido y cuánto fracaso mascado y cuántos males mezclados con los bienes que han producido. Les faltó el ‘aliento vital’; les faltaron los valores evangélicos; la Iglesia no supo estar en su sitio. Aquellas situaciones cogieron a la Iglesia descolocada y, como consecuencia, se había incapacitado por ser el alma de aquellos proyectos y los autores de éstos no querían saber nada de la Iglesia a la que consideraban parcial y enemiga.
Todo esto vale igual para los proyectos más reducidos de cada persona o de cada grupo social. Todos necesitan los valores evangélicos para hacerlos fecundos y útiles y gratificantes al máximo. La familia, la profesión, el sindicato, la empresa, las comunidades de vecinos, las ONGs…
Hoy la Iglesia, para cumplir su misión, tiene que someterse a un despojo radical y presentarse ante los hombres con el único bagaje del evangelio. Despojo de teologías, de moralismos, de cánones, de poderes de ningún tipo, de diplomacias, de compromisos políticos, de distinciones clasistas, de parcialidades, de pretensiones arbitrales y hasta de todo aparato de una religión más.
Todo el tiempo que tarde la humanidad en asumir los valores evangélicos será tiempo perdido y alargamiento agónico de sufrimientos. Ello conlleva traición e infidelidad al hombre. Traición que cometen los culpables de ello, tanto los responsables de la sociedad pertinaces en prescindir de dichos valores, como la Iglesia si se enreda en otras tareas marginales o se incapacita por otros compromisos ‘bastardos’ que matan la confianza del hombre en ella.
MATIAS CASTAÑO

martes, 28 de agosto de 2007

PENTECOSTÉS PARA TODOS

El domingo de Pentecostés fue el día en que los apóstoles ignorantes, cobardes, paralizados por el miedo y pecadores, recibieron el don del Espíritu Santo, que produjo en ellos un cambio total: valientes hasta el martirio, sabios y santos. San Lucas nos lo cuenta en Los Hechos de los Apóstoles de una forma que ha dado pie a poner sobre la cabeza de cada Apóstol una llamita encendida.
San Agustín también tuvo su día de Pentecostés después de su conversión. Y nos lo cuenta de esta forma, que sin duda fue la misma de los Apóstoles: “Vi con los ojos de mi alma, por encima de la capacidad de estos mismos ojos, por encima de mi mente, una luz inconmutable; no esta luz ordinaria y visible a cualquier hombre, por intensa y clara que fuese y que lo llenara todo con su magnitud. Se trataba de una luz completamente distinta. Ni estaba por encima de mi mente, como el aceite sobre el agua o como el cielo sobre la tierra, sino que estaba en lo más alto, ya que ella fue quien me hizo, y yo estaba en lo más bajo, porque fui hecho por ella".
Yo, sin ningún mérito para ello o quizá porque me despegué de todo dinero y de toda escala de categoría e hice mi compromiso de trabajar sólo por el Reino, aunque fallo bastante, pasé por esta misma experiencia en mis años de seminarista, tercero de Teología. Como era ignorante entonces de estos fenómenos divinos no le di más importancia, pero influyó mucho en mi entrega al Reino y sigue influyendo. Desde entonces he sido siempre feliz. No se olvida jamás. Hará cuatro o cinco años que leyendo la descripción de esta misma experiencia personal de un famoso teólogo español de los más renovadores, cuyo nombre se empeña mi mala memoria en no recordar, es cuando se me aclaró el don que había recibido.
Pongo todos estos hechos que conozco en mi pequeña vida de relaciones, para afirmar gozosamente que esta oferta de Pentecostés por parte de Dios sigue abierta. Nadie nos la podemos merecer, pero algo ayudará a la voluntad del Padre una vida despegada de todo lo material y dedicada a trabajar y a luchar por el Reino. Aunque el Señor no depende de nosotros, como sucedió con el feroz perseguidor de los cristianos, Saulo, enriquecido con este don cuando con más furia se solazaba atormentando a los seguidores de Jesús de Nazaret. Nació San Pablo.
Queridos amigos, no os perdáis esta grandiosa oferta que Dios nos hace.
MATÍAS CASTAÑO

domingo, 26 de agosto de 2007

ESTUDIANTES DE PARÍS

Tengo una encuesta de hace unos añitos entre los estudiantes de París, donde se podía ver lo que pasaría también entre estudiantes españoles. Todo se mueve entre estos dos extremos: Juan Francisco, 18 años: “Yo no creo en Dios; estoy bautizado, pero no he practicado jamás. Dios es la alienación del espíritu, una huida”. María, 16 años, 6º curso: Para mí la orientación de mi vida está atada a la existencia de Dios; saber que Dios existe, tiene una importancia primordial para mí”.
SOBRE LA IGLESIA.- Uno: “Yo no tengo necesidad de la Iglesia; es más un engaño que otra cosa”. Otro: Yo creo en Dios, pero no espero nada de la Iglesia”. Otro: “Para que nos interesemos por la Iglesia, es necesario que ella nos conduzca a Dios; lo que no hará, si no se hace pobre y sencilla y se preocupa más de lo que pasa por el mundo”.
PERO HAN DESCUBIERTO EL EVANGELIO.- Un obrero no practicante dice: “El Evangelio como código de vida, me gusta; lo que hay todavía de bueno en nuestra sociedad, se lo debe al Evangelio; hay que guardarlo a toda costa”. Otro: “Para mí vivir moralmente es dar entrada a los otros. El bien y el mal no existen; lo que existe es el bien o el mal que se hace a alguien”. Otro: “En tanto no hayan hallado al hermano que comparte con ellos ¿cómo imaginarán que hay un Dios? La Religión-opio no nos interesa”. Una joven militante comunista: “Yo no creo en Dios y la Iglesia no me interesa, pero yo creo que no hay otra moral que la que enseña Cristo. Y añade: “Los jóvenes comunistas cada vez tenemos más contacto con los jóvenes cristianos militantes y, gracias a ellos, estamos descubriendo algo que nos faltaba, el amor fraterno”.
A LA PREGUNTA: “¿Tienen una moral los jóvenes todavía?” responde uno: “No comprendo por qué nos ha puesto usted esta pregunta; nosotros tenemos una moral. Usted haría mejor con hacer esta pregunta a los adultos, ellos son con frecuencia más inmorales, más hipócritas que nosotros”
A la pregunta: “¿A qué gran personaje os gustaría pareceros?”, contestaron: “A ninguno, a mí mismo”.
Después de tantas preguntas, ahora pregunto yo: “¿Se parece la juventud española de hoy algo esta juventud francesa ?”
MATÍAS CASTAÑO

sábado, 25 de agosto de 2007

¡VENCISTE, GALILEO!

Acabadas las persecuciones y conseguida la paz para los cristianos por obra del emperador Constantino, un sucesor suyo, medio siglo después, Juliano el Apóstata, renovó de nuevo la persecución para acabar con el cristianismo y devolver al paganismo su protagonismo perdido en el Imperio; no logró su intento. Más adelante, en su lucha contra los persas, cayó herido mortalmente por una flecha enemiga; tumbado del caballo por la fuerza del impacto, agonizando sobre la dura tierra, dice la leyenda que se arrancó la flecha con la mano y la arrojó hacia lo alto rabiosamente gritando: “¡Venciste, Galileo!” Tras su muerte, el cristianismo volvió a ocupar su puesto decisivo en la vida del Imperio. Juliano erró el tiro; no se puede ir contra la historia, sin caer derrotado; y la historia ya no estaba en el paganismo, sino en la nueva religión cristiana que le superaba mil codos y se había ganado ya la admiración del mundo romano. ¡No se puede ir contra la historia humana y, menos, cuando a ella va aliada la ‘historia divina’!
Siglos más tarde, la misma Iglesia lanzó el mismo grito; después de intentar acallar la ciencia condenando a Galileo, ha reconocido su error y derrota: “¡Venciste, Galileo!” ¡No se puede ir contra la historia que va avanzando en sus conocimientos!
Los intelectuales de la Europa cristiana se revolvieron contra la fe en Dios, enemigo del hombre, cuya felicidad hace imposible, al oponerse a sus apetitos naturales; y sentenciaron: “¡Dios ha muerto!” Nadie podía figurar como intelectual si no hacía profesión de ateísmo. Bastó poco tiempo para que el hombre sin Dios mascara su fracaso existencial y social y naciera un retorno hacia la transcendencia, con el grito ”¡Dios a la vista!”. De nuevo en el corazón de Europa sonó el ‘”Venciste, Galileo!”
El Comunismo se propuso acabar con todo vestigio cristiano. Stalin, ateo comunista, cuando en plena guerra mundial, los jefes aliados propusieron invitar al Papa a formar parte de esta cúpula ‘administradora de la victoria’, se burló de la propuesta con esta pregunta: “¿Con cuántos regimientos cuenta el Papa?”. Si Stalin hubiera vivido para ver la ruina del Comunismo, debido en gran parte a la actuación de Juan Pablo II, hubiera gritado con más rabia que Juliano: “¡Venciste, Galileo!”. Y quizá hubiera entendido que las victorias mejores son las que se consiguen sin regimientos.
Si la ‘Aldea Global’ se sigue construyendo de espaldas a los valores evangélicos, nos llevará a situaciones de ruina quizá planetaria; he aquí la terrible responsabilidad de nuestra anémica Iglesia. La ‘única piedra’ válida es Cristo: o edificamos sobre esta piedra o nos estrellamos contra ella. ¿Hasta dónde tiene que llegar el sufrimiento humano para confesar, sin rabia, con humilde amor y confianza: ¡Venciste, Galileo!?
MATÍAS CASTAÑO

jueves, 23 de agosto de 2007

VER, JUZGAR Y ACTUAR

VER comportamientos eclesiásticos al uso, JUZGAR desde el evangelio y ACTUAR en consecuencia, poniendo en marcha sin más subterfugios ni dilaciones la nueva evangelización proclamada por el Juan Pablo II. Veamos y juzguemos; el actuar lo dejamos para quien corresponda.
- A los que buscan ascensos y cargos sobresalientes o privilegiados, les reprocha Jesús: "No sabéis lo que pedís ¿estáis dispuestos a beber mi cáliz?”
- A los que están dispuestos a dar la vida por un rito litúrgico y, sobre todo, se la hacen dar a otros, Jesús les recuerda: “El hombre no está hecho para el sábado, sino el sábado para el hombre”
- A los que callan la verdad o predican contra sus convicciones por no poner en peligro su carrera, Jesús les lanzaría un aluvión de advertencias: “Del que se avergüence de Mí ante los hombres, Yo me avergonzaré de él ante mi PADRE” y “hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” y también “no seas de los que buscan su interés, sino el interés de Jesucristo” o “el pastor mercenario ve venir al lobo y huye abandonando a sus ovejas” o “dichosos cuando os persigan a causa del evangelio”.
- A los que prohiben hablar a los que no piensan como el jefe, Jesús por boca de Pedro les recordará: “No seáis déspotas con el rebaño, sino modelos del rebaño” o que el Espíritu Santo es constructor de la unidad y destructor de la uniformidad y “sopla donde quiere” y ¡cuidado! que “el pecado contra el Espíritu Santo no se perdona en esta vida ni en la otra”.
- A todos los reverendos, excelentísimos, eminentísimos y santísimos, Jesús les repite: “No os dejéis llamar padres, ni jefes, ni maestros, pues Uno solo es el padre, el jefe y el maestro”.
- A los que se aferran a la dulzura de una autoridad absoluta y avasalladora, Jesús los reúne para recordarles: “Vuestra autoridad no ha de ser como la de los magnates del mundo…El que quiera ser el primero, que se ponga en el último lugar al servicio de todos”.
- A los que añoran las mieles de la pasada cristiandad y mantienen sus símbolos y sus distinciones de clases y sus apariencias majestuosas, oirán a Jesús de nuevo condenando las anchas filacterias y el afán de los primeros puestos y, por si acaso, lo que sentenció a aquellos frívolos practicantes: “Ni entráis en el Reino ni dejáis entrar”.
- A los que se sienten felices al contemplar sus templos llenos y lograr masivas concentraciones, Jesús les recordará de nuevo: “Amar a Dios y al prójimo vale más que todos los holocaustos y sacrificios”
- A los que andan preocupados por asegurar su futuro y engordan los ahorros en sus cartillas bancarias, Jesús les amonesta: “Buscad primero el Reino de Dios y lo demás se os dará por añadidura” y ¡ojo! que “no se puede servir a Dios y al dinero”.
- A los que pretenden una nueva evangelización y se niegan a renovar las instituciones que fortalecen la situación actual, Jesús les saldrá al encuentro: “No se puede echar vino nuevo en odres viejos, pues se estropearán el vino y los odres”.
- A los que evitan a toda costa las confrontaciones arriesgadas con los poderes, aunque para ello haya que anular a profetas y pastores testimoniales que molestan a los tiranos, Jesús les recuerda: “Dichosos cuando os persigan por mi causa” y “¡ay! si todos hablan bien de vosotros, pues eso hicieron con los falsos profetas”.
- A los que, por un afán inmisericorde y torpe de renovación, atropellan las expresiones religiosas del pueblo, les vendrá bien tener presente que Jesús “no apagaba la mecha humeante ni tronchaba la caña cascada”.
- A los que nos insisten tanto en que oremos para que el Señor despierte numerosas vocaciones sacerdotales, habrá que recordarles que examinen el reclutamiento actual de vocaciones y la formación que se les imparte y lo compulsen con los usos de la Iglesia primitiva (punto de referencia) y ofrezcan otros horizontes más auténticos y convincentes.
VISTO y JUZGADO. El ACTUAR en consecuencia queda para aquellos a quienes corresponda.
MATIAS CASTAÑO

miércoles, 22 de agosto de 2007

¿VOLVEREMOS POR FIN AL EVANGELIO?

¿VOLVEREMOS POR FIN AL EVANGELIO?
El cristianismo mantuvo la línea evangélica los tres primeros siglos, aunque con los inevitables fallos humanos. Por primera y única vez, la civilización del amor que proponía (la más alta civilización en toda la historia de la humanidad) se impuso sin violencia, por su propio valor, a la civilización pagana. Pero lentamente la Iglesia fue pasándose a otros parámetros, donde primaban el poder y la riqueza material y compitió con las religiones paganas, no en el testimonio, sino en el brillo y el esplendor. Mordió la manzana prohibida con sus negativas consecuencias inevitables. Desde entonces la Iglesia, junto con los innegables beneficios que ha producido, ofrece un espectáculo lamentable y pobre desde la visión evangélica.
La Iglesia no debería tener más objetivo que promover y perfeccionar la civilización del amor a todos los niveles. Pero ¿a qué se reduce la historia de los pueblos cristianos en este milenio y medio último? A luchas fratricidas permanentes, a magnicidios envidiosos, a latrocinios contra pueblos más débiles, a un juego constante de diplomacias de astucia y presión, siempre con proyectos de conquista, agresión e invasión. Luchas y proyectos en los que muchas veces participaron los pastores religiosos, con la misma ausencia de sentido cristiano que el resto de los poderosos. Y bajo el pretexto del sagrado derecho a evangelizar, se organizaron conquistas con masacres horrendas, esclavitudes inhumanas y latrocinios continentales. ¿En qué principios evangélicos pudieron apoyarse para autorizar estos comportamientos? Antes España fue invadida por los seguidores de Mahoma; a su espada se opuso la nuestra; no voy a negar el derecho a la propia defensa. ¿Pero no cupo soñar en repetir con los seguidores de Mahoma la misma aventura de fe, de amor y hasta de martirio, que logró conquistar para la fe cristiana al mundo pagano del gran imperio romano? Vencimos a los mahometanos, pero no los convertimos. Y nunca el número de mártires hubiera sido tan alto como el número de los que perdieron la vida en las luchas que se prolongaron a través de ocho siglos.
Los pueblos cristianos de Europa han invadido continentes enteros, robado sus riquezas naturales y dejado a sus gentes, en numerosas ocasiones, sin haberlas promovido cultural, profesional ni socialmente. Guerras intestinas inacabables en Europa, coloniales, de religión, hasta cruzadas para conquistar los Santos Lugares…con todas las aberraciones que entrañan; en estos últimos siglos, los abusos de las clases altas provocando revoluciones sangrientas de las clases oprimidas ¿En qué nos podemos apoyar para llamar cristianas a estas sociedades, criadas a los pechos de la Santa Madre Iglesia? Hoy lamentamos que Europa se esté descristianizando. ¡Ingenuo y enternecedor optimismo! Pero ¿es que estuvo cristianizada?
Hoy en esta Europa descristianizada hay más ansia de justicia, de solidaridad y de paz que nunca. Hay una cruzada de amor de miles de voluntarios que marchan a ayudar a las naciones más pobres, con riesgo hasta de la propia vida. Hay una Europa, antes siempre enfrentada, que está construyendo su unidad continental a base de solidaridad y con un grado creciente de comunicación de bienes. Salen cantidades impresionantes de millones cada poco tiempo para atender a los azotados por gigantescas desgracias que superan sus posibilidades. Los ejércitos se están convirtiendo en auténticas “Cruz Roja” y dejan las guerras para llevar ayudas a comarcas desvalidas. Se establecen tribunales internacionales para acabar con la impunidad de los grandes tiranos y corruptos empobrecedores de los pueblos. Se busca la solución de los problemas surgentes a base de diálogo y abiertos a los derechos de ambos contendientes, renunciando a resolverlo por la ley del más fuerte. ¿Se descristianiza Europa o nunca ha estado tan abierta como ahora a los valores evangélicos? Y en tanto ¿dónde está la Iglesia? Enredada en peleas secundarias, a menudo perdidas, a veces erróneas, pero de mucho menor relieve en referencia al Reino. ¿Surgirá éste al margen de la Iglesia?
MATIAS CASTAÑO

martes, 21 de agosto de 2007

lunes, 20 de agosto de 2007

¿Y CÓMO EVANGELIZAR?

La trayectoria seguida por Jesús nos da la pista a seguir:
1 - Jesús predicaba la Buena Nueva, lo que hoy decimos el evangelio. Ni enseñaba las numerosas teorías rabínicas de su tiempo ni se molestó en fabricar una alta teología o doctrina religiosa.
2 – Jesús lo hacía especialmente con los apóstoles, sin desanimarse ante su torpeza; nunca le entendieron ni se convirtieron. Querían a Jesús, creían en Él como Mesías y le seguían, esperando que Él, al establecer su reino humano, iba a satisfacer su ambición y su soberbia. Pero Jesús con gran cariño y comprensión seguía sembrando pacientemente en sus corazones la semilla del evangelio, confiando que un día fructificaría.
3 – La muerte de Jesús en la cruz y la resurrección fueron un mazazo que convirtió en escombros aquellas ambiciones soberbias de los discípulos, que sin duda empezaron a ver de otra manera muy distinta la persona y misión de Jesús.
4 – Los diez días en el cenáculo, después de la Ascensión de Jesús al cielo, pasados en oración, es decir, recordando todo lo vivido con Jesús y todo lo oído de sus labios, con más luz para empezar a entenderlo y con más apertura y docilidad para asumirlo y convertirse a ello, ayudándose unos a otros, cada cual con su punto de vista, a profundizar cada día más…fue creando en su espíritu unas disposiciones más auténticas de aceptación con un entusiasmo creciente según iban pasando los días…hasta que el Espíritu Santo vino sobre ellos con todos sus dones y los llenó de sabiduría evangélica, de fortaleza profética y de despego total a todo lo que no fuera Jesús.
5 – Antes Jesús había elegido a Pedro para una misión especial: ser la cabeza del grupo y de todos los seguidores de Jesús. Pero no lo hace sin antes hacerle un escrutinio severo con una sola pregunta, repetida tres veces: “¿Me amas más que éstos?”. No le examina de dotes oratorias ni de conocimientos teológicos ni de habilidades diplomáticas, ni de conocimiento de idiomas... ¡Sólo del amor!
APLICACIONES:
Así ha de ser toda labor evangelizadora, a base de evangelio, de lo esencial del mensaje de Jesús, preparando a los catecúmenos en pureza de intenciones creciente para hacerlos aptos a los dones del Espíritu Santo. Y cada paso ‘oficial’ (sacramentos), antes el escrutinio serio sobre las disposiciones requeridas desde el evangelio. Olvidarse de la cantidad y garantizar todo lo posible la calidad.
MATÍAS CASTAÑO

Y DE ESTA ERA DEL CAPITALISMO ¿QUÉ?

Estoy convencido de que el futuro económico de la humanidad está en asentarse sobre un sistema comunitario. Cualquier especialista en economía descubrirá mi ignorancia en la materia. Pero digo lo que honradamente pienso. El capitalismo lleva en sus entrañas el virus de su aniquilamiento. Imaginemos un mundo desarrollado en todas sus naciones. Aparte de que ello aceleraría el agotamiento de los recursos naturales, la sobreabundancia de toda clase de productos llevaría a las industrias a la ruina, por falta de mercado. Da miedo imaginar cómo reaccionarán las mayores potencias, si ven que les amenaza una total ruina.
En un sistema comunitario, la ausencia de competencia evita el amontonamiento indefinido y suicida de productos, cuya producción se puede acomodar a la capacidad de la naturaleza. En el capitalismo, cuanto más se produzca, peor; en el sistema comunitario, cuanto más se produzca (sin sobrepasar las posibilidades de la naturaleza), mejor y a más tocamos cada uno.
Hoy la suerte de la humanidad está en manos de una mezcla de capitalismo social y otra (en las altas esferas) de capitalismo liberal tirando a salvaje. Quizá en este momento de la humanidad el capitalismo con crecientes elementos sociales sea el único sistema posible, conjugando generosamente la tesis y la antítesis, para desembocar en su momento en la síntesis comunitaria internacional para el bienestar y la felicidad de todos los hombres. Pero todo puede malograrse, si no se domestica la codicia planetaria del gran capital, que ya está haciendo proyectos y presentando propuestas (no sabemos con qué grado de influencia en los gobiernos) para establecer una especie de dictadura económica internacional despiadada (ojo al AMI), que no titubeará en jugar con el bienestar de naciones y continentes enteros y con la miseria y la hambruna de masas millonarias. No olvidemos que el motor de toda la economía capitalista es el lucro contante y sonante que despierta una codicia insaciable hasta en corazones hastiados ya de sus multimillones; el gran dios Moloc, devorador de hombres, nos puede llevar a situaciones apocalípticas inimaginables que pueden desembocar en una guerra galáctica de intereses encontrados y en una miseria y ruina universales. La Aldea Global, proyecto ilusionado de un mundo solidario y feliz, puede caer bajo las garras del gran capital para ser sustituida por un comercio bestialmente sojuzgado a este dios ciego y sin entrañas. El Tribunal Penal Internacional, tan ilusionadamente acogido y saludado por la humanidad, puede ser, en manos del gran capital, convertido en un nuevo Tribunal de Orden Público a las órdenes implacables de sus intereses, ante cuyo altar serán inmolados los más nobles corazones del planeta. Maastricht puede convertirse “inocentemente” en instrumento del AMI para poner en marcha sus proyectos malditos.
Y el Reino de Dios (¡alerta, Iglesia!) que tenía que vivificar e implementar el bello proyecto de la Aldea Global, puede ser suplantado por el Reino de Moloc, por obra y gracia de sus avispados devotos capitalistas, que no se duermen ni descuidan.
MATIAS CASTAÑO

domingo, 19 de agosto de 2007

¡BASTA! ¡YA ESTA BIEN!

Es muy difícil mantener las esencias religiosas, cuando se da entrada a elementos extraños, en un principio admisibles y limpios. Con el tiempo estos aspectos humanos se van enturbiando y hasta terminan suplantando a la esencia cristiana. Es el momento de decir: “¡Basta! ¡Ya está bien!”
Tenemos un ejemplo iluminador en el evangelio; tomemos el relato de Marcos (11, l5-l7). Los judíos, fieles cumplidores de las fiestas religiosas y las obligaciones que incluían, acudían de toda la nación y desde lejanas tierras al Templo de Jerusalén a ofrecer sus sacrificios y óbolos a Yahveh. No se les podía exigir que trajeran los animales para el sacrificio desde sus hogares tan distantes; se les facilitaba el cumplimiento de sus deberes, vendiéndoselos junto al templo y lo mismo cambiándoles las monedas extranjeras por las judías, únicas que se admitían en los óbolos a entregar. Hasta aquí todo era limpio y plausible. Pero con el tiempo la codicia humana iba enturbiando tan limpio origen progresivamente. Ante esto, reacciona Jesús y un día “entró en el templo y comenzó a echar a los que vendían y compraban, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y se puso a enseñar: ¿No está escrito que mi casa será casa de oración para todos los pueblos? Vosotros, sin embargo, la habéis convertido en una cueva de ladrones”. ¿Cuántos siglos tendrán que pasar y a qué extremos de degradación habrá que llegar para que la Iglesia siga el ejemplo de Jesús? Veamos algunos casos.
PRIMERAS COMUNIONES: Día de alegría en la familia. Legítimo que se solemnice y se celebre. Y que se saquen fotos para tener un recuerdo de acto tan entrañablemente cristiano y familiar. Y que haya una comida especial. Y que se invite a familiares y amigos. Y que se estrene un vestido. Y que…y que…Pero ya se ha pasado la raya. Ya pesan más en los niños la fiesta social y los vestidos excéntricos y los regalos numerosos y toda la parafernalia con que se ha envuelto el hecho religioso. ¡Ya está bien! ¿Basta ya?
BAUTIZOS: Plausible el ardiente deseo de unos padres evangelizados y con unas actitudes y vida auténticamente cristianas de que sus hijos reciban el bautismo desde su nacimiento; ellos garantizaban con su testimonio personal y con su enseñanza una educación cristiana profunda para su niño. Hasta aquí todo limpio y laudable. Pero hoy ya los padres no pueden garantizar nada, pues ellos no están evangelizados ni viven una vida cristiana auténtica. Ni la comunidad cristiana, inexistente, podrá suplir el fallo familiar. Tampoco el niño es capaz de evangelización ni conversión. ¡Ya está bien! ¿Basta ya?
EUCARISTIAS: La Eucaristía es el sacramento del amor, instituido por Cristo para renovar, fortalecer y madurar la opción por el amor hecha en el bautismo y que tiene como fruto inmediato el nacimiento de comunidades fraternales. Hoy la misa, en el mejor de los casos, es un acto piadoso de devoción personal; para muchos, un acto que pertenece a la sociología cultural religiosa. Y que nos prestamos a emplearla como salsa para todos los guisos, por muy lejanos que queden de su objetivo real. ¡Ya está bien! ¿Basta ya?
SACERDOCIO: La convocatoria y la formación para el sacerdocio son hoy muy deficitarias. Cientos de miles de comunidades, continentes enteros en extrema necesidad espiritual por la escasez angustiosa de sacerdotes que ya no volverá a remediarse, si seguimos con los mismos procedimientos de reclutamiento vocacional. Pastores muy adoctrinados, pero en muy gran parte sin evangelizar e incapaces, por ello, de evangelizar a los demás; porque la formación impartida es deficitaria y desviada. ¿Seguiremos tozudamente intentando someter al Espíritu Santo a nuestros planes mezquinos y miopes? ¡Ya está bien! ¿Basta ya?
MATIAS CASTAÑO

sábado, 18 de agosto de 2007

EL SECRETISMO DEL VATICANO

Es desconcertante el secretismo tan severo que envuelve la vida interna del Vaticano, centro de la Cristiandad. El Vaticano tiene un doble aspecto: Es un Estado y, a la vez, la Sede del Vicario de Cristo; los dos, en cuanto a exigencia testimonial, son inseparables. El Vicario de Cristo, con todos los colaboradores y organismos que orientan, sostienen, protegen y controlan todo el movimiento cristiano en dirección a la construcción del Reino, debe ser un potente foco límpido de luz y de fuerza humano-sobrenaturales a la vista de todos. ¿A quiénes con más propiedad podría Jesús dirigir aquello de “brille vuestra luz ante los hombres para que glorifiquen al Padre del cielo”? A Jesús repugnaba el secretismo: “Lo que se ha dicho al oído, se publicará desde las terrazas”; así pudo responder al astuto Anás, cuando le interrogaba sobre secretas consignas: “Yo siempre he hablado en público; puedes preguntar a quien quieras…”
“¡Ah! Pero una cosa es la Santa Sede y otra el Estado Vaticano”. Efectivamente. Y ello le obliga a ser el Estado-Modelo para todos los Estados del mundo, que buena falta les hace. Y hoy cada vez se están exigiendo con más fuerza a todos los Estados luz y taquígrafos, escarmentados de tantos atropellos y abusos como se esconden siempre tras el secretismo.
Actualmente sólo las sectas tenebrosas, las mafias, las dictaduras y las actividades inconfesables (por criminales y abusivas) de las democracias en sus cloacas del espionaje son las que imponen ese secretismo ya por sí tan sospechoso de criminalidad. Por eso es inexplicable esta actitud inveterada del Vaticano. La Santa Sede que ha copiado las diversas formas de gobierno de la sociedad civil, se ha estancado en la peor, el régimen absolutista que conlleva la censura y el secretismo, porque el poder absoluto, se decía, “sólo tiene que dar cuenta a Dios”. El Papa sabe además que éste es el obstáculo insalvable para lograr la tan ansiada unión de todas las Iglesias cristianas, obstáculo artificial, porque no responde realmente a la intención de Cristo; en la Iglesia Apostólica nunca se ejerció el poder absoluto, que no pegaba con las instrucciones del Señor. Absolutismo y secretismo que llega hasta ordenar la prohibición de seguir escribiendo a un jesuíta español, eminente publicista, por haber acogido el rumor de que el Papa estaba aquejado de cáncer; secretismo en grado ya patológico.
Por eso, las explicaciones vaticanas ante sucesos cargados de sospechas como la muerte sorprendente de Juan Pablo I o el triple crimen del guardia suízo, no logran aquietar a la gente, pues se da la impresión de que los que investigan son jueces y, a la vez, partes interesadas. Quizá el nuevo Tribunal Penal Internacional ayude (u obligue) a la Santa Sede a demostrar su absoluta honestidad en todo momento problemático, como deseamos fervientemente todos los creyentes.
Por favor, que el Vaticano, tanto por ser la Sede del Papa como por ser un Estado libre e independiente, sea el primero en exigirse luz y taquígrafos con plena transparencia, pues no debe haber nada que ocultar y, si lo hay, apresurarse a remediarlo. Sólo así tendrá fuerza moral para predicarlo a todos los Estados de la tierra y a gozar de la credibilidad necesaria para su eficacia pastoral. Lo contrario será siempre sospechoso y criminal y fortalecerá tanta basura como se oculta en tantos Estados.
MATIAS CASTAÑO

NADIE DA LO QUE NO TIENE

La educación y formación de los hijos trae a mal traer a todos los que trabajan en ello. El mismo gobierno quiere meter su baza en tan
delicado tema.
Los padres se quejan de que sus hijos no han seguido sus consejos y han rechazado el ejemplo de sus padres. Los educadores se encuentran con un tropel de animalitos rebeldes que ni les escuchan y se mofan de lo que les dicen. El gobierno intenta asumir para sí la educación de todos los menores, de una forma muy alarmante.
Se buscan soluciones a este gravísimo problema. Y proponen que las raíces de la educación hay que plantarlas en la familia, desde que el niño abre los ojos.
Yo digo que así ha sucedido y el fruto en general ha sido eficaz y desastroso.
Los padres están empapados de las actitudes y criterios de vida del Capitalismo salvaje, heredado de generación en generación. Y, quizá sin darse cuenta, se los han transmitido a sus hijos; desgraciadamente con una eficacia suma e indestructible.
Sin duda hay padres que han logrado trasmitir a sus hijos los criterios de vida y las actitudes evangélicas vividas por los padres, con una eficacia y una alegría muy grande para todos, padres e hijos. Eso se debe a que los padres viven esos mismos valores evangélicos.
Pero hay muchos padres cristianos devotos, dañados en su espíritu por los ‘valores’ capitalistas que siguen en sus comportamientos con toda fidelidad, corregida y aumentada. Han hablado a sus hijos de la fe cristiana que profesan para que la asuman. Pero antes, desde que abrieron los ojos al nacer, se le han ido colando dentro al niño las actitudes del Capitalismo que triunfan en la familia.
Aquí está el secreto de la falta de formación de los hijos. Los ‘valores’ capitalistas se van heredando de padres a hijos, como un nuevo pecado original, que corroe todo el comportamiento de las personas. Los padres sin darse cuenta hacen esta labor de zapa que condicionará toda la vida del hijo. Con más perseverancia que la que intenten infundir después a sus hijos en casa o en la escuela.
Nadie da lo que no tiene.
MATÍAS CASTAÑO

viernes, 17 de agosto de 2007

jueves, 16 de agosto de 2007

IGLESIA RESIGNADA

En el Concilio Vaticano II se reconocieron las profundas heridas de la Iglesia y se recetaron remedios. En un comienzo se quiso abordar la lamentable situación con medicinas fuertes y eficaces. Había mucha ilusión y mucho coraje para ello. Pero a otros aquellos planes les sonaban a profanación.
Había que poner remedio a ese enfrentamiento. Los más audaces tuvieron que ceder algo para que los más negados se abrieran algo a las operaciones necesarias.
Y hete aquí que se logró llegar a un acuerdo, aceptando todos emplear la vaselina, nada menos que la vaselina, pero sólo la vaselina. Todos conformes, aunque la vaselina se ha mostrado insuficiente y hasta incapaz para curar las profundas y endurecidas heridas de la Iglesia que siguen agravándose. Hoy nos encontramos con una Iglesia resignada.
Cierto que dos papas (los únicos que pueden indicar el camino) han confesado la inutilidad de la vaselina y han denunciado la situación lamentable de la Iglesia. Juan Pablo II lo expresó con aquella frase que debía de poner los pelos de punta a todos los pastores: “La Iglesia necesita una nueva evangelización”. Benedicto XVI, observando la situación eclesial, ha dicho: “El sistema capitalista ha comido la esencia del cristianismo”.
Son frases para llenarnos de vergüenza; por eso se habla tan poquito de ellas. Y cuando alguien las pronuncia, miramos hacia otro lado con gesto de idiotas. Si se repitiera todas las veces que son necesarias para tomarlas en serio, temo que nos entraba colitis aguda a la mayoría. Silencio, por favor, que enfermamos a toda ‘la cla’ y a ver qué hacemos después.
Me parece oir una voz atronadora imponiéndose a toda conversación y a todo ruido y a toda inquietud; son muchas las voces que están gritando a la vez: “¡Sigamos con la vaselina!”
Un grito de toda la Iglesia, impositivo, que oculta cualquier grito en contra y a la vez resignado: “No hay otro remedio…prohibido pensar…sigamos con la vaselina”.
MATÍAS CASTAÑO

miércoles, 15 de agosto de 2007

LA IGLESIA HA HECHO MUCHO BUENO
En los tres primeros siglos la Iglesia consiguió muchas conversiones auténticas y logró un gran triunfo, el triunfo del amor cristiano sobre el egoísmo humano, o sea, sobre la codicia, sobre la violencia, sobre el rencor, sobre la soberbia, sobre la venganza… Logró una limpieza moral muy beneficiosa para todos.
A lo largo de los 18 últimos siglos la Iglesia ha hecho infinidad de cosas buenas para bien de la humanidad. Ha influido en la política y en las guerras, ha construido grandiosos y artísticos monumentos a lo largo de toda Europa y América, ha engendrado numerosas personas sobresalientes en el arte y en la sabiduría, hasta ha enseñado a los bárbaros a labrar la tierra… Podemos afirmar que durante siglos ha sido ella la que ha marcado el ritmo de la vida europea.
En lo que ha fallado es en su misión principal: La evangelización de Europa y, como consecuencia, la evangelización de otras partes del mundo a donde se llevaron las mismas formas pastorales.
¿Y, en nuestros tiempos, qué? Ha perdido influencia en muchas de las actividades anteriores y no ha ganado en evangelizar. La pastoral catequizadora sin evangelizar parece un virus endémico incurable.
Los Papas, máximos representantes de la Iglesia, han logrado, mediante el pequeño Estado Pontificio, ser recibidos con honores de gobernantes y de reyes en todas las naciones del mundo, facilitando así llevar la palabra de Dios a casi todos los lugares. Siempre a un nivel catequizador, no evangelizador.
Ya los Papas últimos piden ayuda para centrar bien su misión y su actividad pastoral. Pero hay personas muy influyentes en Roma que dificultan este cambio. ¡Mientras ‘pintemos’ algo en el mundo…mejor estar quietos!
La misión encomendada por Jesús de engendrar los Hombres Nuevos del amor para construir el Reino universal de Jesús se ha olvidado. Y nos conformamos resignadamente con pintar algo en el mundo.
¿Puede conducirnos este plan a algo parecido a lo que nos encomendó el Señor? ¿O nos conduce a un cataclismo eclesial, que parece ser lo único que nos convierta al buen camino?
MATÍAS CASTAÑO
¡AY DE LOS RICOS!
Hace poquitos días este Papa, que de vez en cuando dice cosas muy serias, afirmó: “La riqueza compromete la salvación”. Como decía irónicamente un gran personaje, cuyo nombre he olvidado: “Hay que ser ‘valiente’ para hacerse rico”; si quitamos la ironía y lo decimos en directo, sería algo así como: “Hay que ser necio (por ponerlo suave) para decidir hacerse rico”.
Por encima de todos, está la infinita sabiduría de Jesús.
“No atesoréis en la tierra; atesorad, más bien, en el cielo” (Mateo 6, 19-20)
Después de las bienaventuranzas, San Lucas contrapone las malaventuranzas; ésta es la primera: “Ay de vosotros los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo” ((6, 24).
En la parábola del rico Epulón y Lázaro mendigo, al morir ambos, Jesús pone a Epulón en el infierno y a Lázaro en el cielo. (Lucas 16)
Cuando el joven rico y piadoso pregunta a Jesús qué debe hacer para salvarse, le dice que le queda una cosa: “Vende lo que tienes, dalo a los pobres y sígueme” (Lucas 18, 22-24). El joven se acobardó y se marchó muy triste. Jesús añade: “¡Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas! Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios”.
Jesús afirma de forma tajante: “No podéis servir a Dios y al dinero” (Mateo 6, 24).
Podemos hacer todas las matizaciones que se nos ocurran; pero lo esencial de este mensaje está muy claro.
El pecado no está en el dinero, tan necesario para la vida. El pecado es poner al dinero en lugar de Dios, confiar en el dinero lo que tenemos que confiar en Dios, creer que el dinero nos va a dar una felicidad y una seguridad que sólo Dios nos las puede dar. El apego al dinero nos impide recibir muchos dones que Dios nos tiene reservados a cada uno. El apego al dinero vacía de valor nuestras relaciones con Dios. Resumiendo: El pecado está en hacer del dinero nuestro dios.
Pero hay otra razón de su pecaminosidad: La gran injusticia de guardar nuestro dinero sobrante, cuando hay millones de hambrientos.
Estos millones de hambrientos están gritando justicia ante Dios contra los ricos. No podemos librarnos de esta alternativa:
“¡O Dios o el dinero!”
MATÍAS CASTAÑO